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Molly’s Game (2017)

Molly's Game

Molly's Game

No se puede decir que Molly’s Game no tenga nada que ver con Aaron Sorkin. Es ver sus impactantes primeros tres minutos y no te hace falta comprobar los títulos de crédito. Es muy Sorkin. Desde los primeros compases acompañaremos al típico personaje protagonista sorkiniano. Hablo de Molly Bloom, una esquiadora superinteligente con el don de palabra y un pensamiento crítico que desborda maestría.

La historia, basada en el libro de Molly Bloom del que incluso hablan en la película, nos cuenta cómo nuestra Molly pasa de la alta competición de esquí a dirigir y gestionar timbas de póker con unas ciegas altísimas. Evidentemente, estas ciegas solo puede pagarlas gente con un alto poder adquisitivo. Ergo Molly tendrá en su mesa de póker tanto a estrellas de cine como a personas de dudosa moralidad.

No hablaré de spoilers porque esto ya aparece al inicio del filme, pero a Molly no le irá demasiado bien por una investigación del FBI. Así que lo que en realidad veremos en las siguientes dos horas es pura verborrea sorkiniana hecha imagen. Por eso mismo puede que en sus 140 minutos llegue a cansar de no estar acostumbrado a este tipo de guiones. Digamos que Molly’s Game es como un capítulo de las dos primeras temporadas de The West Wing como si tuviese sobredosis de guion.

Quizá por eso la labor de dirección queda supeditada al diálogo, creando escenas y ambientes comunes, sin arriesgar, dándole el peso a Jessica Chastain y a su compañero Idris Elba, quien debe defenderla de las acusaciones del FBI. Al parecer, era ella quien suministraba drogas y prostitutas pero, sobre todo, quien proporcionaba un lugar de reunión para las distintas mafias donde poder lavar dinero.

Jessica Chastain consigue aparecer en pantalla como la propia princesa del póker, pero eso no es una novedad. La novedad es que el elenco secundario está a la altura y no solo Idris Elba, como contrarréplica de la Chastain. El resto del reparto incluye a actores como Michael Cera, Samantha Isler, Chris O’Dowd o Graham Greene. Todos componen un cuadro pintado no a grandes trazos, sino con un realismo idealizado.

Es una pena que no funcione el conflicto de la protagonista con su padre, interpretado por Kevin Costner, más que en pequeños flashbacks para explicar la personalidad de la protagonista. Cuando se abusa demasiado de este recurso sin dominarlo suele romper ritmos y aumentar metrajes. Es lo que ocurre en Molly’s Game, alejándonos de la historia que queremos conocer dándonos más información sobre una subtrama de la que necesitamos saber.

Yay & nay

Lo mejor: Jessica Chastain. Reparto secundario. Los primeros minutos. Los rápidos diálogos y giros de guion. Conocer una historia desconocida para el gran público.

Lo peor: Las escenas con Kevin Costner. Larga duración.

Puntuación

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