AVISO DE POSIBLES SPOILERS DEL FINAL EN EL SEGUNDO PÁRRAFO. La primera película española de Netflix me parecía un poco insulsa. Poco más de una hora, cuatro actores y, de nuevo, escenografía teatral para tratar un dilema moral: ¿Quién irá siete años a la cárcel asumiendo la culpa de un delito para salvar su empresa y al resto de socios? Pero la duración ha sido un punto a favor: girar continuamente sobre un tema sin subtramas que te dejen descansar del tema principal puede llegar a saturar. En este caso no. Los cuatro actores se desviven por conquistarte como espectador y que te tragues sus argumentos para elegirlos a ellos como personaje favorito, que empatices con ellos te pongas de su parte. El guion juega un papel esencial en estos momentos, porque desde el principio vemos conversaciones desde el corazón, con un vocabulario y gestos de lo más normales. No echo de menos los discursos y discusiones típicas de Aaron Sorkin donde todo el mundo vocaliza a la perfección con unos diálogos típicos de actores con un cociente intelectual de 200.
Al final, todos los aspectos que me parecían un hándicap han resultado ser todo un acierto para desarrollar el guion. ¿Por qué no darle entonces más estrellas? 7 años tiene un final demasiado precipitado, como una especie de corte de «ya se me han acabado las ideas para que estos actores sigan hablando». No estoy segura de que, eliminando ese final, la calidad de la película aumentase de manera significativa, y tampoco sé si la sensación que te queda por ese final es en realidad lo que pretendía tanto el director, Roger Gual, como los guionistas, José Cabeza y Julia Fontana. Lo que sí sé es que me quedó dentro una especie de premonición sobre el futuro: las cosas ya no van a seguir igual en la empresa, la unión de los cuatro socios está quebrada definitivamente y lo más seguro es que acaben todos en la cárcel. La rocambolesca explicación de la llamada de la abogada que al final compra al inspector de Hacienda cuando se preveía una hecatombe parece un poco forzada pero, de forma general, puedo decir que 7 años vale mucho la pena.
Lo mejor: El cuarteto protagonista, los diálogos sinceros y los silencios que generan tensión.
Lo peor: El final abrupto.
