Altamira es una especie de telefilme centrado en la Capilla Sixtina del arte rupestre mundial y en su descubrimiento y discusión. Con un componente formativo más que cinematográfico, Hugh Hudson dirige con poco tino algo que parecía tener un reparto propicio para realizar un drama histórico en el que confluyesen las discusiones sobre la edad de la Tierra modificando teorías asumidas en la época y viéndose las caras con la Iglesia. Marcelino Sanz de Sautuola, interpretado por Antonio Banderas, intenta salvar los muebles pero se encuentra con un guion digno de una película de bajo presupuesto basada en hechos reales.
Y esto, teniendo en cuenta de que el descubrimiento de las cuevas de Altamira y la discusión posterior sobre su datación es de lo más interesante. Es su estructura didáctica el aspecto que más sobresale de esta hora y media insulsa, sin ganas y sin interés en disimular los pocos medios técnicos de los que dispone.
Si, encima, incluimos niños con un doblaje espantoso y actuaciones sacadas de los filmes decimonónicos, puede parecernos insufrible por momentos. Las discusiones sobre quién posee la verdad sobre el origen de las pinturas rupestres son objeto de una de las mejores escenas que podemos disfrutar… y de una de las peores.
Finalmente, la puntuación se queda en dos estrellas y media por lo interesante que es el fondo del relato y su consecuencia al ver un producto de tan baja calidad: investigar por tu cuenta lo que ocurrió, el descubrimiento de las cuevas por la hija del susodicho Marcelino, abuela del que sería presidente del Banco Santander, Emilio Botón.
Yay & nay
Lo mejor: La finalidad didáctica sobre las cuevas de Altamira.
Lo peor: Parece un telefilme de bajo presupuesto por los medios técnicos de baja calidad.
Puntuación
