Un nuevo spin-off del universo Warren llamó a nuestras puertas en 2018.
Ya nos vinieron avisando en Expediente Warren: El caso Enfield y en los créditos finales de Annabelle Creation. Tendríamos un nuevo episodio centrado en el cuadro que se veía en la película: La monja.
Parecía que nos encontraríamos una peli de terror más oscura, más centrada en los orígenes del mal. Ya la localización era una declaración de intenciones: un monasterio en un pequeño pueblo rumano.
Lo que no sabíamos era que nos íbamos a encontrar con una trama de lo más soporífera y una ejecución torpe alrededor de un misterio que se transformará en una posesión como cualquier otra película de miedo del montón.
La monja o cómo agrupar decenas de clichés
La monja venía amparada por el guion de Gary Dauberman (Annabelle, Annabelle: Creation o uno de los tres guionistas del remake de It). El director será el mismo que el de The Hallow, Corin Hardy, quien parecía destinado a ser el heredero de Guillermo del Toro.
Sin embargo, y pese a la gran puesta en escena de los decorados interiores, La monja es un cúmulo de despropósitos desde que finaliza un gran inicio hasta el final.
Si bien James Wan creó un mundo de terror más psicológico aunque el desarrollo de las historias se viese lastrado por guiones más bien flojos, La monja muestra un claro desconocimiento de la creación de atmósferas.
Y, aun así, lo que más se echa de menos en esta película es la falta de una historia consistente de inicio a fin. Ni siquiera las razones del Vaticano para acudir a un pueblo de Rumanía son sólidas, y mucho menos fichar a una novicia para tal trabajo.
En resumen, La monja es una película de terror del montón, con una villana de la cual no se entienden sus motivaciones, con unos actores perdidos entre una trama bastante cutre y que, pese a su corta duración, se convierte en un largometraje demasiado… largo. Al final deja un poso como que habría sido interesante saber por qué uno de los demonios más característicos del universo Warren es como es y por qué.
Yay & Nay
Lo mejor: Su tramo inicial en el monasterio. Puesta en escena del cementerio y el monasterio. La escena final de los Warren hilando con las películas anteriores.
Lo peor: La falta de historia interesante. Sustos típicos de subida del sonido. Personajes planos. Abuso de clichés y de planos típicos (como el de sombras que pasan detrás de personajes).