Michael Haneke fue galardonado con multitud de premios gracias a Amor (2012), que según las críticas más especializadas es un drama sobrecogedor, durísimo y todo lo que quieras añadir. Sin embargo, cualquiera que haya pasado por una situación como la de la premisa de la película sabe que todo lo que nos cuentan no refleja del todo la crueldad continua. Por supuesto, tanto Jean-Louis Trintignant como Emmanuelle Riva realizan unas interpretaciones magistrales: él como cuidadoso marido que solo tiene ojos para su mujer, ella como anciana que se da cuenta de cómo poco a poco va perdiendo el control de su vida. La técnica de Haneke aguantando planos es lo que ha hecho a Amor una película muy bien valorada: ambos actores son capaces de transmitir una situación veraz.
Pero algo falla, y es precisamente la forma de contar la historia. Dos personas de avanzada edad que no saben cómo reaccionar cuando a una de ellas de repente se le paraliza la mitad derecha del cuerpo, parece que se dan de bruces con que un miembro de la pareja pueda tener problemas de salud. Están solos porque la hija de ambos vive fuera del país pero no entiendo cómo su hija no ayuda a su padre a cuidar de su madre, si la película no trata de otra cosa sino del amor. El amor que vemos en la película no es tal, es una mentira, personalmente estuve en una situación similiar durante mucho tiempo y nunca perdí la paciencia con la persona enferma porque si de lo que se trata es de querer al otro, ni siquiera levantarás la voz frente a una persona enferma como Anne.
Lo mejor: la actuación de la pareja protagonista.
Lo peor: el engaño del director con respecto al amor que se profesa la pareja protagonista.