La última peli de Dreamworks ha estado divertida. Divertida en el mismo nivel que la de Megamind, del mismo director. Ya desde el mismo momento que nos presentan a los bebés, vemos que al historia no va a seguir una trama realista. Más bien estamos en una fantasía psicotrópica realizada para el público más pequeño y guiños a los adultos para mantenernos atentos a la pantalla.
Pese a que la moraleja está centrada en hacer ver a los niños que la llegada de un hermano menor no significa que sus padres dejen de quererlos, nosotros veremos en pantalla cómo unos padres miman a su hijo hasta el punto de concederle todo lo que pide. El chaval parece imaginativo, pero en realidad es un egoísta que cree que sus padres no tienen vida más allá de él. Para muestra es que ni siquiera se entera de que su madre está embarazada.
Aunque podamos pasar por alto múltiples detalles sobre la trama, al final nos quedaremos con un producto con muchos altibajos, sin ser tan ácida como otros títulos del estudio como Shrek ni tan de aventuras como Cómo entrenar a tu dragón.
El abuso de ciertos chistes infantiles escatológicos y una guerra que me importa más bien poco (bebés contra perretes sin la importancia de los gatetes) ha hecho que no le llegase a prestar el 100% de mi atención en ciertos momentos. Aun así, tiene escenas resultonas, sobre todo aquellas en las que el niño mayor se imagina que vive aventuras simplemente con su imaginación, destruyendo las reglas físicas y creando mundos tanto para él como para sus compañeros de juegos, como cualquier niño que disfrute jugando.
Yay & nay
Lo mejor: Las escenas en las que se inventan las aventuras jugando, los guiños a los mayores.
Lo peor: No es original, no sorprende ni tiene una trama que atraiga.