Siento que he visto Megamind fuera de tiempo. No por el poderío de su animación, que tiene un nivel digno para ser una película de hace seis años, sino por la temática. Megamind es el villano típico de las películas de dibujos de ahora que, en cierto momento, se vuelve el bueno de la historia. Algo así como Gru, mi villano favorito pero estrenada tres meses más tarde y con unos minions no tan riquiños como los de la peli de Illumination Entertainment. Aquí Dreamworks perdió la batalla frente a Steve Carell, Jason Segel, Will Arnett (el Batman de Lego) y Russell Brand teniendo en plantilla a figuras como Will Ferrell, Jonah Hill, Tina Fey y ¡Brad Pitt! a cargo del doblaje.
Megamind empieza como Superman y su otro lado, dándole un toque sarcástico al ofrecernos una visión de qué ocurre si resultas agraciado con caer en una mansión o una cárcel. Por un lado, serás el superhéroe y por otro el supervillano. ¿Y qué diferencia a un villano de un supervillano? Tendréis que ver la peli para saberlo, la respuesta es tremenda y totalmente coherente. Como podéis imaginar, Megamind no lo tiene fácil para sobrevivir y se convierte en el malo solo por la existencia de Metro Man, el héroe de Metro City. Pero todo se vuelve demasiado previsible, tan previsible como comenta la periodista al principio de la peli, cuando le dice a Megamind que no es nada original. La trama se desarrolla con los típicos giros añadiéndole la historia romántica pero, ojo, yo no me he aburrido en ningún momento. No sé si buena parte de culpa la tiene esa banda sonora con temazos de Black Sabbath, Guns N’ Roses o Michael Jackson, o porque el doblaje me ha encantado, o por la referencia a Mugatu de Zoolander, o porque me cuentan la historia de siempre con los gags recurrentes que me hacen y siempre me harán gracia.
Lo mejor: Banda sonora y doblaje.
Lo peor: Muy pero que muy previsible.