Viendo la sorpresa de El origen del planeta de los simios, lo que me faltaba era por ver lo bien que habían realizado El amanecer del planeta de los simios, siempre según las críticas especializadas. La mayoría de ellas hacían hincapié en que esta segunda parte era mucho más madura, sensible y con más acción, pero removiendo conciencias. El resultado es simplemente una continuación de su predecesora dejando atrás todo aquello que eran puntos a favor de la precuela de esta precuela. Si en la anterior el personaje de César era complejo, con su evolución personal de mascota a líder, aquí solo vemos a un líder de la manada demasiado bueno como para ser verdad. Por otro lado, Koba aparece como el villano más villano. La caracterización de los humanos es todavía más plana, sobre todo si llegamos al nivel de Gary Oldman, encasilladísimo en papeles de este tipo, saliendo unos pocos minutos como pasó en Lawless.
La historia se sitúa diez años después de la anterior película, con una población humana diezmada por la gripe simia, viviendo en una especie de gueto en un San Francisco. Como dependen de la energía para vivir, necesitan llegar a una central hidroeléctrica para generar más energía. Pero para llegar a ella deben atravesar el hogar de los simios, lo que derivará en conflicto. Ya con este planteamiento sabemos exactamente cómo va a terminar, aunque no todo es malo. Los efectos especiales son espectaculares (el CGI no parece CGI), la banda sonora de Michael Giacchino te envuelve y te mete en la película y, como no podía ser menos viniendo de Matt Reeves, la película no aburre en ningún momento.
Lo mejor: efectos especiales, banda sonora.
Lo peor: personajes totalmente planos.