En la era digital, en la que todo tiene que seguir unas normas, a veces nos olvidamos que la sociedad no solo se compone de millennials adictos a publicar su vida en redes sociales. Yo, Daniel Blake trata sobre un carpintero cercano a la jubilación al que su médico ha prohibido trabajar por un episodio cardíaco y al que, sin embargo, una evaluadora de sanidad (de una empresa estadounidense) emite un informe en el que dice que es apto para trabajar. Por lo tanto, está en una situación laboral de Schrödinger: para tener ingresos debe buscar trabajo para cobrar el subsidio, porque no le permiten trabajar, pero tampoco le permiten obtener la ayuda por incapacidad. En la sociedad inglesa que vemos, dominada por la burocracia, ya no se ve al individuo en sí, sino un número de la seguridad social que debe seguir unas pautas sin tener en cuenta las circunstancias personales.
Daniel Blake se da cuenta de lo que ocurre. La deshumanización de la gente le impide vivir dignamente tanto a él como a otros «parias» de la sociedad. Intentar ayudar a la familia «expulsada» de Londres por no poder pagar un alquiler le acerca una situación de amistad, dándole sentido en contraposición a lo que vive alrededor. Cada escena desmoraliza más que la anterior. La secuencia del banco de alimentos te parte el corazón y, a medida que avanza la trama, no puedes más que indignarte por cómo se ha llegado a esta situación en la que la población sobrevive simplemente por la solidaridad de personas anónimas que puedes encontrarte en tu camino. He pasado sentimientos de rabia, pena e indignación durante todo el metraje, pero lo que más irrita es que todas las situaciones que se ven en pantalla pueden estar ocurriendo ahora mismo no a un Daniel Blake, sino a unos cuantos. Me ha encantado. Ken Loach me ha robado el corazón y lo ha exprimido con una historia tierna e iracunda, retratando la hipocresía con un reparto que hace un trabajo espectacular sin entrar en rocambolescas interpretaciones. Todos los actores parecen personas reales sufriendo lo que sufren sus personajes.
Lo mejor: El reparto, el guion, permite denunciar varios aspectos de la sociedad sin entrar en el morbo.
Lo peor: Es una peli de Ken Loach, pequeña, y eso puede implicar el rechazo del público.
Unha das mellores películas que vin este ano pero non me atrevín a escribir dela porque me deixou pasmo coma unha auténtica labazada de realidade e se a ves en versión orixinal o efeto multiplícase, é unha pena que non sexa máis coñecida e estou dacordo con todo o que suscribes. A min gustoume cando o tipo escribe a mensaxe que resume a idea da película na parede do banco e a xente empeza a vitorealo coma un pequeno triunfo da personaxe sobre o sistema. Moi boa reseña!