Dalton Trumbo es uno de mis héroes personales, no solo por su trabajo como guionista de primera fila o de tapadillo.
Desde que conocí su historia con Kirk Douglas en Espartaco, siempre me sentí atraída por su vida y saber tan solo que se estaba preparando una película sobre su figura despertó mis miedos por si el resultado final no estuviese a la altura.
Todo lo contrario: no solo Bryan Cranston es capaz de interiorizar al guionista, sino que te olvidas rápidamente de su poco parecido físico y te crees que estás viendo a este gran genio de Hollywood.
Sin embargo, sería tremendamente erróneo decir que Trumbo: La lista negra de Hollywood (¿tengo que volver a repetir lo de los añadidos de los títulos de las pelis al traducirlas?) solo es el protagonista, porque la verdad es que todo el reparto está descomunal: Diane Lane, Michael Stuhlbarg, Helen Mirren, David James Elliott, John Goodman… todos y cada uno están perfectos en sus papeles encarnando una trama que, mal que nos pese, estamos empezando a vivir de nuevo, aunque sin llegar a los extremos de la Guerra Fría, por supuesto.
En la historia nos encontramos con toda una serie de guionistas, todos ellos artífices de los grandes guiones de Hollywood que, con la llegada del macartismo, son tachados de comunistas.
Contrariamente a lo que veremos en muchas películas estadounidenses, aquí no se entra a valorar de ningún modo qué sistema económico es mejor, si el capitalismo es tal o el comunismo es cual.
El centro de la trama reside en que ningún gobierno tiene la potestad para entrar en lo que dejes o no de pensar, nadie debería ser acusado de creer en un sistema en particular y mucho menos ser acusado de pertenecer a uno u otro partido simplemente porque se está en guerra con otro país. Sobre todo cuando todo lo que piensas encaja con un sistema democrático.
Trumbo es capaz de llevar esto por bandera y dar una bofetada en la cara a todo ese movimiento encabezado por el Comité de actividades antiamericanas, trabajando bajo alias e incluso ganando dos premios Oscar sin que casi nadie supiese que él mismo era el guionista (hablamos de Vacaciones en Roma y El bravo)… porque en la industria reinaba un veto a la contratación de cualquier comunista.
A mí, por lo menos, me ha llegado al corazón, he llorado de risa y de emoción y me lo he pasado genial. Puede que sea una fanática de Dalton Trumbo. No voy a negarlo. Pero ese momento en el que entra en escena Kirk Douglas y su lucha de poder junto con Otto Preminger es de lo mejor.
Yay & Nay
Lo mejor: El reparto (Dean O’Gorman interpretando a Kirk Douglas es sorprendente). La introducción perfecta de imágenes reales en las de archivo. Contar esta historia sin entrar en valoraciones subjetivas de quién es bueno y quién es malo. Mezcla de forma equilibrada el drama y la comedia con la historia real.
Lo peor: El cartel horrible. Lo que tendremos que esperar para verla en España (cinco meses, programado para abril).