Bienvenidos al fin del mundo supone el cierre a la llamada «Trilogía de los tres sabores de Cornetto», que comenzó con Shaun of the Dead (Zombies Party, 2004) y siguió con Hot Fuzz (Arma fatal, 2007). La primera fue una bocanada de aire fresco en lo que a películas de zombis se refiere y la segunda llevó a otro nivel las películas de colegas-policía. La tercera se supone que es una alegoría sobre las películas apocalípticas con la pandilla de colegas, esta vez yendo de bar en bar. El argumento se centra en una reunión de la pandilla de amigos tras varios años sin contacto, para hacer la ruta de los bares de su pueblo acabando en el mítico World’s End, pero en el camino se encontrarán con una pequeña sorpresa gracias a una divertidísima pelea en el baño de uno de los pubs.
Pero del mismo modo que en Shaun of the Dead la espiral de locura iba creciendo al ritmo de las risas y el despiporre, aquí las risas se van apagando porque no siguen la línea de las dos anteriores: ya no son dos colegas contra un mundo loco: es una pandilla que tiene sus más y sus menos en su última gran borrachera.
Lo mejor: la pelea en el bar.
Lo peor: el final.