Estrenada hace un año en el Festival de Berlín, solo puedo entender el entusiasmo con The Party porque dura 70 minutos y es una comedia liviana. Algo maravilloso cuando te estás metiendo entre pecho y espalda cinco películas diarias.
Desarrollada como una obra de teatro alocada, nos presenta una fiesta por el nombramiento de Janet como ministra de Sanidad, por eso la película se llama The Party. Por un lado, party con el significado «fiesta» y, por otro lado, de «partido». Podría decirse que con el partido nos referimos al sentido más amplio de la palabra ya que, en ciertos casos, se refieren a él como a la ideología liberal de la que forman parte.
Janet quiere reunir a un pequeño grupo de amigos a una fiesta en su propia casa. Incluso será ella quien cocine. Pero nada más comenzar la celebración, su marido hace estallar una bomba con una confesión. Ya notábamos algo por la forma de actuar de Bill, pero no algo como lo que sucede a continuación. Pero la trama no girará en torno a esta confesión, sino a todo lo que conlleva: un torrente de confesiones entre los asistentes al convite.
Con un desarrollo cargado de cinismo inglés, quizá más del que yo pueda aguantar, las historias se volverán cada vez más ridículas demostrando la falsedad de la amistad, el amor y las relaciones entre colegas de trabajo.
Se generará una discusión tras otra, no solo de temas superficiales, sino también de política, sanidad, trabajo, homosexualidad, feminismo, familia… Pero, ¿cómo es posible conseguir esto en tan solo 70 minutos? Se consigue hablando con muchísima rapidez, tratando los temas de forma superflua como crítica a nuestras críticas.
El subtítulo de The Party es «Una comedia de proporciones trágicas». Y es trágica no solo por el drama, sino también por la claustrofobia de donde se desarrolla toda la película: la casa de Janet. Es más, tenemos varias localizaciones acotadas: el baño, la cocina, el salón y el jardín. En cada una de las localizaciones va evolucionando una subtrama distinta y en el salón confluyen todas.
Pero, en realidad, la película es demasiado cínica para mí. El personaje de April (Patricia Clarkson) es aborrecible, pero es la amiga de Janet de toda la vida. Es como esa amiga odiosa de la que no te puedes deshacer porque has pasado por demasiado con ella. Es tóxica, pero es tu apoyo, así que sigue a tu lado. Y tú al lado de ella. April acude a la fiesta con su pareja, un alemán hippie y fan de todo lo alternativo, algo que, por supuesto, no encaja con su forma de vida.
Y todo el mundo habla por hablar, para dárselas de interesante, para excusarse, quejarse y agredirse verbalmente. Así que cualquiera puede acabar agotado tras oír las conversaciones de todos estos personajes, sobre todo por su petulancia. Hay momentos en los que he puesto los ojos en blanco pero oye, se agradecen este tipo de propuestas cinematográfica. Por lo menos para alejarnos de la oferta fílmica de los últimos años.
Para mí solo ha sido divertida a ratos pero supongo que a vosotros, que sois más inteligentes, os hará muchísima más gracia que a mí. Al final, esa poca duración se me ha hecho larguísima.
Yay & nay
Lo mejor: La banda sonora, las interpretaciones, la corta duración.
Lo peor: Un guion repleto de diálogos cambiantes y arrogantes.