No sé cuándo fue la primera vez que oí hablar del SIDA, pero lo que tengo claro es que el virus para mí iba ligado al consumo de drogas intravenosas. Después, gracias al cine, pude darme cuenta de que había algo más: el SIDA en sus inicios fue una enfermedad considerada gay en todos los sentidos, así que no preocupaba mucho a la sociedad «de bien» que en aquel momento ostentaba el poder. El GRID solo afectaba a los gays, así que, si no lo eres, ¿para qué preocuparse? The Normal Heart nos presenta la historia del comienzo de la pandemia desde esos primeros casos que acabaron en muerte y que no se sabía muy bien de qué se trataba. Por saber, no se sabía ni cómo se contagiaba, si era cáncer, su origen y qué se movió en Estados Unidos para intentar llamar la atención sobre un tema vital en la salud pública del país no solo hacia la clase dirigente, sino también entre la comunidad gay.
Si hay que alabar algún aspecto de este telefilme (propiamente dicho, ya que es una película para televisión de la HBO), es su reparto. Dejando de lado que Julia Roberts parece un pastiche sobreactuado y que Jim Parsons intenta alejarse de su personaje Sheldon Cooper, el elenco que los acompaña hace más que evidente las carencias profesionales de la actriz. Incluso Matt Bomer, actor que había prejuzgado como únicamente una cara bonita, es capaz de ofrecer una actuación de lo más emotiva. Gran parte de culpa de estas magníficas actuaciones, al igual que un buen puñado de secundarios, es del libreto, un caramelito para aquellos actores que quieren y pueden demostrar sus dotes interpretativas. ¿Por lo demás? Como buen telefilme, le falta un poco de mala leche, pero en general supera muchos dramas que se realizan actualmente.
Lo mejor: Las actuaciones.
Lo peor: Se alarga demasiado, supera las dos horas.