Lo único que me gusta de la Navidad es que tengo tiempo suficiente como para pasarme tardes y noches enteras viendo películas sin descanso. Dentro de este descanso invernal en el que casi realizo labores de hibernación, ha caído, por fin, Marte (The Martian). Tras los últimos de estrenos de Ridley Scott, mis expectativas estaban bastante bajas. El tráiler fue más bien soso, tener un buen puñado de estrellas en una película suele ser sinónimo de «meto actores famosos porque mi peli no vale para nada» y, sobre todo, me parecía el enésimo intento de hacer una película buena de ciencia ficción de un director que no hace nada realmente bueno en el género desde Blade Runner, que se estrenó en 1982. Pero todas esas expectativas se fueron al traste cuando me encontré con una película bastante directa, sin pretensiones, con unas actuaciones sin grandilocuencias y con un Matt Damon en estado de gracia. Ese argumento que tiene impregnado un sabor cómico durante toda la película hace que su alta duración se lleve muy bien.
El argumento es simple: durante una tormenta, una misión en Marte hace que la tripulación dé por muerto a uno de sus tripulantes, así que deciden poner rumbo a la Tierra. Pero al día siguiente vemos que el que será nuestro protagonista no está muerto, y tendrá que ingeniárselas para sobrevivir hasta que alguien se dé cuenta de que está vivo y le rescate. Me ha encantado la dualidad entre la dura vida en Marte, donde Mark Watney parece que se lo pasa en grande inventándose nuevos quehaceres, y la vida de postín de la NASA, donde el reparto está sobresaliente una vez más. Por ponerle varias pegas, que las tiene, podemos mencionar que es altamente improbable que si alguien se queda solo en Marte durante varios meses, siga con esa vitalidad, fuerza y sentido del humor. Por otro lado, el mayor problema es que conocemos el final, sin que nadie haga spoilers, por la misma concepción de la película. No desvelaré nada por si alguien no se lo supone, pero el final cae de cajón.
Lo mejor: Es un blockbuster entretenido.
Lo peor: Predecible.