The Interview (2014)

44 millones de dólares de presupuesto gastados, 6 millones ganados en taquilla y 15 en vídeo bajo demanda. Estas son las cifras de la película-culebrón que desencadenó el hackeo a Sony, gracias al cual se filtraron emails de empleados descontentos, de ejecutivos criticando actores, números de seguridad social, el guion de Spectre (la última de James Bond que se estrenará en 2015) además de películas como Annie, Mr. Turner, Still Alice and To Write Love on Her Arms. Todo ello porque a unos descerebrados como Evan Goldberg, Seth Rogen y compañía se les ocurre hacer una comedia sobre el asesinato del líder norcoreano Kim Jong-un.

Tal y como hicieron en Juerga hasta el fin, nos muestran, en un principio, un compendio de chorradas sobreactuadas poniendo énfasis en la exaltación de la amistad entre los personajes de James Franco y Seth Rogen, como en la vida real. Franco interpreta a un entrevistador ególatra que intenta sacar lo más morboso de sus invitados en su programa de entrevistas que produce el personaje de Seth Rogen. De pronto, deciden hacer algo un poco más serio y se les presenta la oportunidad de entrevistar a Kim Jong-un porque es un fan de su programa. Acto seguido, la CIA se pone en contacto con protagonistas para intentar matar al líder de Corea del Norte. El resto ya lo sabemos. Pero entre gags más que vistos, podemos encontrar en el guion que en realidad la película es una crítica a las dictaduras como la norcoreana, que es capaz de vivir ante la pasividad de Estados Unidos, quien decide imponer sanciones a un país interfiriendo en la soberanía propia de cada estado. De todos modos, esto no significa que la película se dedique a esto, sino que las penurias del régimen quedan en un segundo o tercer plano y la crítica interna en un tercer o cuarto plano. No estamos, por tanto, ante una gran comedia ni ante una gran crítica política, sino ante una comediucha que se deja ver pero que puede resultar incluso un poco larga.

Lo mejor: la crítica velada a las dictaduras y a la hipocresía de occidente.

Lo peor: tras el culebrón de su estreno las críticas fueron abrumadoramente buenas solo para sacar a colación el tema de la libertad de expresión.