No las tenía todas conmigo con El gran hotel Budapest. Si bien Wes Anderson me ha gustado en las otras películas que he visto del director como Moonrise Kingdon (2012) o Fantástico Sr. Fox (2009), tengo la sensación de que uno de estos días me va a decepcionar ver solo grandes angulares, puntos de fuga, simetrías y tres tercios. Pero El gran hotel Budapest es algo más que eso. Aunque aquí las únicas construcciones de personajes son las de Zero y de Gustave H, el conserje del gran hotel, el resto de los personajes son más bien caricaturas para contarnos unas aventuras totalmente surrealistas de los protagonistas.
El argumento gira en torno a Gustave H., el meticuloso conserje del gran hotel Budapest, que le intenta enseñar todos los entresijos del hotel a un botones, mientras le da un «exclusivo» trato a adineradas ancianas rubias. Una de ellas es Madame D, quien le deja en su testamento una pintura importante. El hijo de Madame D monta en cólera mientras toda su familia intenta ir tras Gustave. La película es un carrusel de comedia surrealista que hará las delicias de cualquiera que busque pasar un buen rato y pueda disfrutar del aire vintage característico de Wes Anderson.
Lo mejor: el homenaje a las películas en blanco y negro.
Lo peor: la superficialidad de los personajes.