La entrega fue la ganadora del premio al mejor guion en el Festival de San Sebastián de 2014 y con eso debería bastar para que tengamos algo de interés en su visionado. Si además la película es la adaptación de un relato corto de Dennis Lehane (Mystic River, Gone Baby Gone, Shutter Island), el último trabajo de James Gandolfini y la oportunidad para disfrutar de otra gran interpretación de Tom Hardy, no hay excusa para no verla. La historia se centra en un bar de entregas, donde se dejan sobres de dinero para la mafia chechena. Un robo en el bar y el encuentro fortuito de Bob (Tom Hardy), uno de los camareros, con un cachorro en el cubo de basura de Nadia (Noomi Rapace), le hace dar la vuelta a la historia.
La elección del reparto principal Hardy, Rapace, Gandolfini y Matthias Schoenaerts parece perfecto, sus actuaciones llenan el metraje de grandes momentos interpretativos en los que estamos esperando la resolución final, donde no es verdad todo lo que parece. Cuando hablamos de un thriller, queremos ver películas que nos lleven de verdad al suspense, y Michael R. Roskam ha conseguido realizar una película de cine negro en el Brooklyn actual sin utilizar las técnicas clásicas del género: no nos encontramos aquí con diálogos machistas, ausencia de claridad en la fotografía, femmes fatales o tíos duros sin sentimientos, sino utilizando la máxima de Hitchcock de «Estoy seguro que a cualquiera le gusta un buen crimen, siempre que no sea la víctima», porque no sabemos que estamos ante una película sobre el crimen hasta bien entrado el metraje simplemente porque se presenta como drama. La entrega es una buena opción para disfrutar de esas pequeñas perlas que surgen sin esperártelo.
Lo mejor: la sorpresa final, la interpretación de Tom Hardy.
Lo peor: el ritmo.