Como si de un mal sueño me despertase, tras ver ese peliculón llamado Yo, Daniel Blake me meto entre pecho y espalda la última estupidez de Danny Boyle: el remake de la gran Trainspotting, una de las pelis clave para entender los 90. El director de la oscarizada Slumdog Millionaire recobra los personajes del cuarteto protagonista de la primera entrega y añade un personaje femenino, Veronika, para darle el toque romántico que en la original recaía en la trama de Renton con Diane, interpretada por la jovencísima Kelly Macdonald. Durante mucho tiempo pensé que hacer una segunda parte solo podría conseguirse teniendo de base un buen guion, una buena idea para el regreso de la pandilla más chunga de Escocia.
Y luego empecé a ver T2: Trainspotting, como si me encontrase a mí misma volviendo veinte años atrás a aquellos garitos universitarios que ahora mismo habrán sido sustituidos por centros de estética. Llegar a un sitio después de haber estado 20 años fuera suele hacerte sentir un poquito de morriña al principio, pero luego descubres que el sitio que idealizabas no era, ni mucho menos todo lo bueno que recuerdas, sino más bien un sucedáneo demacrado de lo que alguna vez fue un recuerdo. Vemos a los cuatro personajes principales volviendo a la acción moviéndose por una trama de lo más insulsa que solo tiene unos segundos de interés en los semi-flashbacks que se introducen para recordarte el origen de todo lo que ves. T2: Trainspotting acaba conformándose en un film de sobremesa, con un guion estúpido y unos personajes carentes de interés.
Lo mejor: El inicio de la película hasta que te das cuenta de que la trama no interesa, los flashbacks que te recuerdan de dónde viene todo, escenas cómicas del primer acto.
Lo peor: Una trama poco interesante, un Begbie histriónico, que Danny Boyle tire de nostalgia para sacar rendimiento de una secuela que no debería haber existido.
Así que como decía el propio Renton resumiendo una teoría de Sick Boy, «todos envejecemos dejamos de molar y se acabó». Creo por todo eso que pones me niego a verla
Haces bien, no vale la pena destruir el recuerdo de Trainspotting.