Sí, tenía esperanzas puestas en Oblivion (2013). Lo tenía todo para que me gustase: un título espectacular, acorde a los efectos especiales que se podían ver en el tráiler, una humanidad bajo mínimos, extraterrestres y unos primeros minutos prometedores. De verdad es impactante la estética de los primeros minutos: una tecnología puntera, con drones que vigilan otras máquinas para contener los ataques de los scavengers (léase los extraterrestres que invadieron la Tierra).
Aquí, el tío Tom, junto a su novia, comandan una zona de rastreo y defensa de una máquina que potabiliza agua. Son unos de los pocos humanos que quedan en la Tierra porque el resto o están en Titán o en la estación espacial porque nuestro mundo ha quedado destruido, «pero ganamos», como bien nos repiten hasta la saciedad. Lo que pasa es que la película tarda demasiado en arrancar y se le va el hilo argumental sobre todo tras saber quiénes son los scavengers.
Lo mejor: la dirección artística, decorados y efectos especiales.
Lo peor: dos horas tiradas para el lucimiento de Tom Cruise, las explicaciones sobre los scavengers, las explicaciones sobre los clones, sobre el Tech, etc.