Como si del remake hillbilly de Ocean’s Eleven se tratase, La suerte de los Logan nos cuenta el robo de una carrera de la NASCAR por parte de unos paletos de pueblo. Así que olvidaos de trajes italianos, personajes con clase y guaperas y abrazad a un Channing Tatum y un Adam Driver de pueblo, una Riley Keough choni, una Katie Holmes pija de aldea y un Daniel Craig friki.
Hasta en cierto momento el propio director se mofa de su película. Es una pena que se tome demasiado tiempo para arrancar, presentándonos la situación de pobreza y fracaso de los hermanos protagonistas, que viven a caballo entre el paro, los matrimonios rotos, la pobreza y las diferencias entre clases. Incluso parece que, durante muchos minutos, el primer tramo de la película nos presente un drama en lugar de una comedia. Hasta que entra en escena Seth McFarlane. A partir de ahí, la historia comienza a tener ritmo hasta el final del desarrollo.
Steven Soderbergh siempre es sinónimo de buena factura, no seré yo quien diga lo contrario. En La suerte de los Logan vuelve a hacer gala de su gusto en composición, planos, objetivos, fotografía y montaje. Si buscáis quién ha realizado todo el trabajo seguramente os encontréis con los alias del propio Soderbergh: Mary Ann Bernard y Peter Andrews.
Pero cada vez más, creo que Soderbergh necesita un buen guion para sacarle el máximo provecho a una historia. Aquí contamos con la subtrama de los concursos de belleza infantiles, la mencionada introducción larga pero, lo peor de todo, ha sido un final alargado en exceso que no nos cuenta mucho más de lo que podríamos pensar tras el giro inesperado.
Yay & nay
Lo mejor: La escena de la cárcel hablando de George R.R. Martin, la escena de Adam Driver preparando un cóctel.
Lo peor: Falta de ritmo, introducción y conclusión demasiado largas.