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La primera vez que nos vimos (2018)

La primera vez que nos vimos

La primera vez que nos vimos

La primera vez que nos vimos es como esas películas por encargo que se hacían hace años para rellenar carteleras. Ahora Netflix se dedica a promover producciones de este tipo, las cuales aportan más bien poco al panorama cinéfilo. Teniendo en cuenta que la película nos vuelve a traer el tema de los viajes en el tiempo para «arreglar» el desaguisado de un enamoramiento y que el protagonista es Adam Devine, tendréis que saber desde ya que si no soportáis al heredero de Jack Black no creo que lleguéis al final de la cinta.

Adam Devine interpreta a Noah, un divertido joven que se siente atraído por Avery en una fiesta de Halloween. Avery es una tía interesantísima aparte de estar muy buena, así que es normal que Noah se enamore de ella. Se pasan la noche hablando hasta el final, en la que se funden en un fuerte abrazo en el que ella le reconoce como uno de sus mejores amigos. Así que, automáticamente, la friendzone se convierte en la zona de vida de Noah hasta que Avery anuncia su compromiso con Max.

Noah se pilla tal borrachera que vuelve al bar donde se hizo unas fotos en el fotomatón la noche que conoció a Avery y pide el deseo de volver a aquel día mientras se saca unas fotos y… voilà. Después del desconcierto, Noah intentará volver a ligarse a Avery siguiendo diferentes estrategias hasta que se da cuenta de que ella no es a quien debería estar buscando. Básicamente porque no puedes cambiar tu forma de ser para estar con alguien. Eres como eres y la otra persona tiene que aceptarte tal cual vienes de fábrica.

Como suele pasar en este tipo de películas, ocurren ciertos momentos de comedia en los que es innegable la gracia de Adam Devine. Sin embargo, a partir de cierto punto es tan cargante que seguir la película con algo de interés es ciertamente difícil. Por no hablar de la repetición de gags y tics, de tramas vistas y de situaciones ya vividas, que convierten en larga una película de escasa hora y media.

Yay & nay

Lo mejor: Algunas escenas graciosas. La moraleja de la historia.

Lo peor: La trama no es nada original. La comedia se resquebraja a medida que pasan los minutos. Adam Devine llega a ser cargante.

Puntuación

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