De verdad que a veces no entiendo a esa clase llamada «los críticos». A veces son capaces de acribillar una película por el hecho de tener detrás a los grandes estudios y a veces, como en este caso, son capaces de aupar una película mediocre y pretendidamente intelectual por el mero hecho de estar dirigida por alguien como Paolo Sorrentino. La película comienza con la escena de una fiesta desfasada tanto en música como en personajes que dura una eternidad. Esta escena, aunque no tenga diálogos, para mí es el mejor resumen del argumento de la película: hay una clase de famosetes que se dedican a vivir o del pasado o de sus padres en una ciudad tan llena de cultura que cualquier estupidez intenta considerarse arte. Estupidez que, por otro lado, es alentada por los famosetes anteriormente mencionados.
Por supuesto, este argumento no hace que La gran belleza sea una mala película, sino el guion repetitivo aderezado por unas cuantas conversaciones banales que intentan dárselas de filosóficas. La fotografía es uno de los puntos a favor para que este aire independiente haga efecto, aunque una gran aportación para ello es una gran localización como es Roma, la ciudad eterna. La sensación final es la de una película realizada para engrandecer a la ciudad de Roma, a la falsedad y amoralidad de la «jet-set» de la ciudad, y un cántico a favor de los siete pecados capitales.
Lo mejor: algunos diálogos cómicos.
Lo peor: las escenas interminables de fiestas, de niñas «pintoras» o cualquier otra chorrada.