Así como La gran belleza se burlaba de esa clase alta que cree que su ombligo es el ombligo del mundo, La juventud se dedica durante dos horas a divagar sobre la juventud, la vejez y el paso del tiempo. El personaje principal está interpretado por Michael Caine, un director de orquesta retirado. Su importancia en la música se nos presenta por que la Reina de Inglaterra requiere su presencia para celebrar un cumpleaños. Su personaje se niega, dándonos a entender que el tío es bastante apático. A su lado tenemos a un viejo amigo, que también está pasando una especie de vacaciones en esa localización: un balneario en la Suiza montañosa. Un balneario de clase alta, llena de especímenes como una especie de Maradona o un tío que se parece a Johnny Depp en cuanto a su carácter.
Intentando utilizar las mismas técnicas que en La gran belleza, pero aquí me interesa más que la lejana high-class romana, tenemos un retrato de personajes de lo más pintoresco, sobre todo el personaje menos aprovechado de los que nos presentan: el de Jane Fonda. En cuanto a las tramas secundarias, no interesan lo más mínimo (ni la de Paul Dano ni la de Rachel Weisz). Lo único interesante de esta película es la relación de estos dos amigos, cómo se cuentan sus historias, cómo se están dando cuenta de que están llegando al fin de una vida llena de éxitos y que desde hace tiempo están de lleno dentro de esa decrepitud de la vejez. Porque sí, en lugar de La juventud, esta película podría llamarse La vejez, pero si se llamase así, Sorrentino no tendría esa carta blanca que tiene de poner a mujeres enseñando tetas y culos sin venir a cuento, cosa que me cabrea sobremanera. De todos modos, he podido soportar más esto que su anterior película
Lo mejor: My cocaine Michael Caine.
Lo peor: La presencia de mujeres sin ropa sin razón de ser es exagerada, el alargamiento excesivo de escenas.