La batalla de los sexos tiene varios problemas, pero el más gordo es que no sabe cuál es la historia principal y cuáles las secundarias. La película comienza mostrándonos la gran personalidad de Billie Jean King, luchando para que el circuito de tenis femenino no sea discriminado frente al masculino. La lucha contra la clara injusticia frente a las mujeres en un deporte en el que el individualismo se impone debería haber sido el nudo y la gran parte del metraje.
Sin embargo, a este tema inicial, el que tiene fuerza e interés, se le van añadiendo otras tramas secundarias que incluso superan a la central. La historia de la Billie Jean descubriendo el amor hacia su peluquera o las estupideces machistas de Bobby Briggs intentan darle un toque romántico y divertido respectivamente. Pero estas dos subtramas no logran el empaque suficiente como para tener relevancia.
Lo que al final se consigue es que la mezcla de las tramas no cuaje. Los directores de Little Miss Sunshine no aciertan con el desarrollo de la denuncia social. Convertir una historia romántica homosexual y la lucha por la equiparación de salarios en el deporte en un batiburrillo de escenas que se contraponen con flashes de Bobby Riggs, desmerece todo lo que nos quieran contar. Las escenas más serias se entremezclan con escenas de amor y de puro histrionismo del personaje de Bobby Briggs, lo que hace desmerecer cualquier esfuerzo por contar una historia con un mínimo de seriedad.
Finalmente el resultado de La batalla de los sexos me ha decepcionado en su resultado final. Un mejunje de denuncia feminista tapada por la historia romántica que poco importa cuando tienes como tema central una parodia dentro de una parodia.
Yay & nay
Lo mejor: La fotografía. La actuación de Emma Stone. La presentación de la historia.
Lo peor: La mezcla de las tramas. Que la trama sobre la equiparación salarial quede en segundo plano. El exceso de escenas de Steve Carell.