Sé que todavía no tenemos fecha de estreno en España, pero no puedo esperar más para ver la nueva película de Terrence Malick. Knight of Cups se estrenó en la Berlinale con críticas bastante pobres. Para que quien no conozca este director, llevo oyendo críticas hacia su forma de rodar desde que fui al estreno de La delgada línea roja. Promocionar que George Clooney, a tope en aquella época, iba a salir en la película cuando solo está presente en dos minutos no le pareció bien al público femenino. La película en sí es una de las mejores del género bélico de los últimos 20 años. Después estrena El nuevo mundo, para contar la historia de Pocahontas desde su visión. Otra vez, un peliculón criticado por el público en general porque no sigue los cánones del género. Pero la culminación de su «enemistad» con el gran público llegó con El árbol de la vida, donde vi a gente irse de la sala en tropel a mitad de metraje. Y yo preguntándome, «¿Es que no sabían que era una peli de Terrence Malick?». Seguramente no, y ese es el problema. Malick no hace cine al uso. Malick hace reflexiones sobre ciertos conceptos utilizando casi las mismas técnicas. La jugada no le salió demasiado bien en To The Wonder y en Knight of Cups se estrella en ciertos momentos.
Si algo caracteriza los últimos largometrajes de Malick es su falta de argumento, ya que se centra más en conceptos, emociones contadas por voces en off e imágenes que transmiten sensaciones. Eso que intentan hacer cada vez más directores cuando no son capaces de hilar una historia. Knight of Cups se centra en el vacío interior del protagonista, interpretado por Christian Bale, que se rodea de mujeres guapas, la mayoría desnudas, que van y vienen mientras que sufre cada vez más por no ser capaz de encontrar su sentido en una sociedad en la que no encaja. Desde la muerte de su hermano, pasando por la vejez de su padre y su deseo de tener hijos hasta la soledad rodeado de gente, la profundidad del discurso choca frontalmente con la saturación. Y es que nos encontramos aquí con una parodia de Malick: voz en off que lo inunda todo, frases de pensamientos inconexas, imágenes preciosas iluminadas por el gran Emmanuel Lubezki, espaldas de los personajes paseando, caos narrativo… Como cualquier otra película de Malick pero elevado a la enésima potencia. Knight of Cups se parece, en este sentido, más a To The Wonder que a La delgada línea roja, la primera película que vi del director y que me atrapó desde el segundo 1.
Lo mejor: Fotografía.
Lo peor: Demasiadas repeticiones, demasiadas voces en off, demasiado de todo lo Malick.