La masacre de Nankín es el contexto de Las flores de la guerra. Zhang Yimou dirige un drama de nacionalidad china sobre el acontecimiento, motivo de debate entre chinos y japoneses sobre la brutalidad y violencia que cada bando le achaca al otro, poniéndose a sí mismos como víctima y al enemigo como el asesino despiadado. Por lo tanto, ya sabemos cómo se nos mostrará cada bando en la película. En este caso, se cuenta con un referente del cine occidental actual, Christian Bale, para darle más notoriedad a lo que sería una peliculilla mediana si todo el elenco de actores fuese tan conocido por aquí como el resto del reparto.
Por supuesto, hay detalles de los que se puede disfrutar gracias al gran dominio de los encuadres y la fotografía del que Zhang Yimou hace gala. Los momentos en los que una de las alumnas mira por el agujero del rosetón de la iglesia en la que está refugiada. O también el momento en el que dos de las prostitutas vuelven al burdel y son descubiertas por el ejército japonés. O la mirada del padre de una de las niñas hacia el final de la película. Por supuesto que nos muestra la crueldad de la guerra. Pero también nos muestra momentos incongruentes en la personalidad del maquillador de cadáveres que interpreta Christian Bale. O el excesivo metraje utilizado para regodearse en escenas cursis o simplemente melodramáticas en exceso.
Lo mejor: los papeles femeninos principales.
Lo peor: que parezca más una película estadounidense por la forma simplista de tratar el tema de buenos y malos.