Todas las esperanzas que había depositado en Gavin O’Connor tras ver Warrior (2011) se han ido al traste después de ver este insulso western protagonizado, en teoría, por Natalie Portman. La película comienza con un buen tono dramático: la mujer de la casa, aparte de las labores en el hogar, se remanga y coge su pistola para vengar el trato que le ha dado la banda de los Bishop a su marido. Pero en lugar de tomarse la venganza de su mano, Jane decide acudir a una antigua amistad, que pronto veremos que no era solo un amigo, gracias a los mil y un flashbacks de los que consta la película.
Cualquier ritmo que se le haya querido imprimir a La venganza de Jane queda totalmente parada «gracias» a los flashbacks que nos cuentan el pasado de la protagonista cada cinco minutos. Incluso hay ciertos momentos bochornosos por su gran parecido con aquellas infames escenas de Anakin Skywalker y Amidala en los campos de Naboo. No sé si Joel Edgerton y Natalie Portman se llevaban demasiado bien, pero en pantalla no hay ni química ni un mínimo de complicidad que nos demuestre que hayan tenido algún pasado juntos, fuese cual fuese ese pasado. Nos queda Obi-Wan Ewan McGregor entre los protagonistas, que hace un papel bastante simple. De este modo tendríamos una protagonista femenina con varios personajes masculinos alrededor que tienen una trama más bien secundaria… pero no. El personaje de Jane queda desdibujado para darle más importancia a la trama de los hombres, como un «buen western», de esos de los años 50. Menuda forma de engañarnos, Gavin.
Lo mejor: El tramo inicial y la fotografía.
Lo peor: Un final de risa.
