IO es la última peli de Netflix del género de ciencia ficción.
Con su estrategia de ofrecer contenido original más allá de unas cifras que el usuario pueda consumir, lo que hace la plataforma es afectar a su propio contenido.
No sabremos nunca si el contenido de Netflix habría sido mejor si su cantidad fuese menor, pero lo que sí sabemos es que debe dejar, de una vez por todas, de realizar cine de este género sin que cumpla unos mínimos aceptables.
Pese a que IO tiene un bajo presupuesto y que la temática no da para mucho, he llegado a ver filmes muy interesantes que tiran de imaginación, así que… ¿por qué no darle una oportunidad al siguiente episodio sci-fi de la plataforma de streaming?
Una idea descafeinada
La historia nos presenta a Sam (Margaret Qualley), una chica que vive en un mundo postapocalíptico en el que ya no quedan habitantes. Todos se han ido a IO y Sam decide quedarse para adaptarse a su nuevo hogar. Un hogar solitario pero, al fin y al cabo, su hogar.
De pronto, Sam recibe una visita inesperada: un humano que pretende salir de la Tierra. Los dos se van conociendo y deciden marcharse. Hasta aquí la premisa en la que se basa la película de Jonathan Helpert.
Pero, poco a poco, la historia de estos dos da giros sobre sí misma, de forma anodina y aburrida. El dúo protagonista tampoco es capaz de salvar del desastre esta producción con guion minimalista y con escaso interés narrativo.
Sin embargo, está claro que tanto Margaret Qualley como Anthony Mackie no lo tienen nada fácil con un guion que deja de lado los personajes para centrarse en una historia romántica que comienza desfragmentada y sin química.
En resumen, lo que veremos en esta escasa hora y media es un sinfín de imágenes lentas, realizadas para una contemplación de espacios yermos, cuya duración parece ser mayor que películas que duran el doble.
Yay & Nay
Lo mejor: No dura más de hora y media.
Lo peor: Guion. Construcción de personajes. Fotografía. Ritmo muy lento. Falta de conflicto narrativo.