Lo reconozco, no tengo filtro. Ver Independence Day: Contraataque de Roland Emmerich es un delito ya casi antes de que lo cometas, solo pensarlo te lleva al abismo del mal. Pero he tenido que verla para comprobarlo yo misma. Es una auténtica chapuza con un argumento sin sentido, personajes con motivaciones de lo más absurdas, situaciones que se encadenan solo para mostrar, una vez más, que Roland Emmerich es el rey de las películas con explosiones como objetivo final. La excusa de este nuevo episodio sobre la supervivencia de la humanidad contra unos alienígenas malvados es el ataque de una nave a la base internacional que está desplegada en la Luna. Con la que se ha avanzado en esta versión del mundo de 2016, no se ha podido localizar en el espacio una nave inmensa con 5000 kilómetros de diámetro, así que tenemos un grave problema.
Así que, mientras pasan los minutos, me doy cuenta de que esta ida de olla de Emmerich creada por Harald Kloser y Thomas Wanker tiene mucho más que ver con Mars Attacks que con el episodio previo donde Will Smith era la estrella protagonista, como esa escena donde se cargan al presidente de Estados Unidos. Desde luego, la peli de Tim Burton le da mil vueltas a esta aunque solo sea por el modo de eliminar al enemigo. Independence Day: Contraataque, se ha centrado en dar más espectáculo, mostrar naves y extraterrestres más grandes y más explosiones por minuto (recordad que más no significa mejor, hay algunos efectos dignos de Sharknado), para finalizar con la celebración del día de la independencia universal. Es una pena que le falte el personaje con gracia para hacer esto más llevadero. En la primera teníamos a Will Smith, en esta nos tenemos que conformar con Brent Spiner y sus chistes sin gracia, un científico que despierta después de un coma como si no hubiese estado postrado en una cama sin andar durante 20 años.
Lo mejor: Por decir algo, el momento del ataque en la Luna.
Lo peor: Falta de argumento, de gracia y de desarrollo de los personajes.
No la vi porque no quiero contaminar el buen recuerdo que tengo de la primera 😉