La sesión de sofá-peli-manta comienza con una de las películas a las que más ganas tenía: Ida, la película polaca que ha ganado el premio a la mejor película extranjera en los Satellite Awards, el Círculo de Críticos de Nueva York, mejor película en los festivales de Gijón, Londres y Varsovia, y nominada a la mejor película extranjera en los Spirit Awards, donde seguro que se llevará el premio. La fotografía en blanco y negro que parece sacada de una cuenta de Instagram si fuese utilizada en los años 60 en Polonia es todo un acierto, porque te acerca a una dura realidad a la que se tienen que enfrentar tanto la protagonista como su tía.
Las películas sobre el holocausto, para mí, ya han llegado a un límite. Tantas películas iguales relatando cómo los nazis mataban indiscriminadamente judíos sin pudor sin que haya ninguna línea argumental a mayores siempre han tenido una buena acogida, no sé si porque no se puede criticar un acontecimiento tan horrible simplemente porque una película es mala. En este caso, la guerra y las matanzas en Polonia son parte importante del argumento, pero son tratadas de forma tan original e impactante que te engancha desde el minuto 1, en el que se presenta a Ida, una novicia que está a punto de conseguir sus votos y la envían a visitar a su tía para convencerla de que esté presente en una fecha tan importante en su vida. Lo que ocurre desde aquí sorprende en todo momento, incluso cuando piensas que ya no hay más, se vuelve a dar una vuelta de tuerca.
Lo mejor: la fotografía, Agata Kulesza (Wanda) y Agata Trzebuchowska (Ida), la música clásica vs la música rock del grupo que toca en la película.
Lo peor: la historia de «amor» de Ida.