Tiempo perdido. Es lo único que pienso. No sé qué se me pasaría por la cabeza para ver esta película. Normalmente, me hago una lista con las pelis que veo y la puntuación que le doy para saber si un año tiene más películas que me han gustado o, por el contrario, ese año suspende. De momento, este 2014 tiene una media de 4,64 con una desviación típica de 2,25, y eso que en esa lista no incluyo las películas que dejo a medias, que solo son las que ponen en la tele y son tan malas que necesito una pausa publicitaria para cambiar de canal (antes no puedo). Benditas pausas publicitarias. Yo, Frankenstein se ha convertido en lo peor que he visto en 2015 y va a ser difícil que lo supere si tengo la suerte de no ver 50 sombras de Grey.
La historia nos presenta a la creación del Dr. Frankenstein justo después de haber asesinado a su esposa, por lo tanto, casi al final de la novela de Mary Shelley. Lo malo es que el guion no se basa en la novela, sino en la novela gráfica de Kevin Grevieoux, lo que trasladado a pantalla hace que todo se vea bastante ridículo, no solo con los efectos especiales (dignos de Los tres mosqueteros de Paul W.S. Anderson, 2011), sino también con sus diálogos sin sentido y escenas rocambolescas. Adam, como se llamará a sí misma la criatura, llegará hasta nuestros días para formar parte de una guerra entre demonios y gárgolas en la que todo ocurre sin ton ni son hasta llegar al final.
Lo mejor: que solo dura hora y media.
Lo peor: los diálogos.