Segunda entrega de la fantástica película de Dreamworks basada en una serie de libros de Cressida Cowell, la novelista escocesa. A mí ya me tenían con el título, parafraseando a Dorothy Boyd en Jerry Maguire (1996).
Ver cómo nos hacen llegar la personalidad de una serie de dragones como si de gatitos se tratasen le llegó al alma a millones de personas, tanto a niños como a mayores, porque tanto la historia como su desarrollo técnico y un guion lleno de guiños hacía un todo espectacular.
Fue una pena que tuviese que competir en la ceremonia de los Oscars con toda una Toy Story 3 (2010).
Pero aquí estamos con unos protagonistas un poco más creciditos, ya en plena pubertad, y con una línea argumental que deja bastante que desear.
No me refiero, desde luego, a ese mensaje a favor de los animales de la que ha hecho gala esta serie desde el principio, un punto a favor que siempre es de agradecer por el tipo de películas animadas que se estrenan. Desvelar el argumento sin quitar interés por la película sería un craso error.
De todos modos, el apartado técnico y los gags siguen funcionando a la perfección, sobre todo si tenemos en cuenta que quien dobla a Eret, hijo de Eret, es el mismísimo Kit Harington (Jon Nieve en Game of Thrones, 2011-). También seguimos contando con las voces de Jay Baruchel, Jonah Hill, Gerard Butler o Christopher ‘MacLovin’ Mintz-Plasse.
Yay & Nay
Lo mejor: el mensaje a favor del cuidado de animales, apartado técnico, gags resultones, que los dragones sigan comportándose como gatos.
Lo peor: la relación materno-filial central de la película.