Secuela de Cómo acabar con tu jefe, Cómo acabar sin tu jefe 2 sigue con la misma premisa que la anterior. Por lo tanto, si no te gustó la primera, poco más te va a gustar la segunda. Si la primera te pareció simpática, esta te parecerá más de lo mismo e incluso puede que te aburra, como me pasó a mí, y no solo porque roce una duración de dos horas, sino también porque repite los mismos gags que en la primera parte sí hicieron gracia. Esta vez, el trío protagonista se decide a emprender un nuevo negocio, con las cosas buenas y malas que conlleva. Por supuesto, lo bueno es que ellos serían sus propios jefes, pero lo malo es el no tener experiencia en cargos con poder de decisión. El resultado será que un magnate y su hijo les hacen una jugada para dejarlos en quiebra. ¿Su solución? Secuestrar al hijo y pedir un rescate para salvar su empresa.
Aquí ya no tenemos a Colin Farrell dando el cante o la presencia en pantalla de Kevin Spacey llenando la pantalla (solo sale un par de minutos). Durante los 110 minutos largos que dura Cómo acabar sin tu jefe 2 vemos a los protagonistas rondando de un lado a otro siendo mangoneados y demostrando que son idiotas. Lo que más destaca, pues, son las apariciones de algunos de sus secundarios. La actuación de Kevin Spacey es escasísima pero intensa y de lo mejor de la peli, Jamie Foxx repite papel y no defrauda, Chris Pine sorprende y no es el peor de lejos, pero Christoph Waltz está desaprovechadísimo y Jennifer Aniston parece sacada de un molde de silicona porque no parece mover un músculo ni tener las arrugas típicas de una simple expresión facial. El trío protagonista tiene las personalidades bien definidas y se exageran hasta el extremo sus particularidades para hacer gracia. Que tener gracia, la tienen, pero llega un momento en que lo mismo una y otra vez llega a cansar.
Lo mejor: las apariciones de Kevin Spacey, Jamie Foxx y Chris Pine.
Lo peor: la repetición de los gags de la primera parte y la excesiva duración del metraje.