Tengo que reconocer que solo he visto esta película porque uno de sus personajes es interpretado por Nikolaj Coster-Waldau, Ser Jaime Lannister en la serie de la HBO Game of Thrones (2011-). Sin embargo, me he encontrado con un thriller trepidante, divertido y bastante sorprendente. Y no me refiero al momento en el que el protagonista sale bebiendo una San Miguel (¿en serio no tienen otra cerveza en Noruega que no sea a pis de gato?).
El protagonista es un cazatalentos empresarial (ahora estos puestos se llaman «headhunters») que busca aumentar la reputación de sus candidatos a directivos, mide 1,67, está casado con un bellezón con gustos caros y tiene una casa que no puede pagar, y por eso realiza trabajos extra para pagar sus caprichos: robar obras de arte. Sin embargo, su mujer le presenta a Clas, quien aparte de ser el candidato idóneo para director general de la gran compañía Pathfinder, es el candidato perfecto para poder robar una obra de arte de Rubens, pero nada será lo que parece en un principio y todo se embrollará hasta que nada será ya como antes.
Lo mejor: no se trata de buenos y malos ideales, no evita lo políticamente incorrecto.
Lo peor: la película tiene altibajos sobre todo antes del acto final.