Con Tom Hiddleston en el cartel y con un argumento digno de la mejor ciencia ficción, me aproximaba sin recelo a la última película de Ben Wheatley, siendo, sobre todo una adaptación de la novela de J.G. Ballard, autor adaptado al cine por Cronenberg con Crash (no la ganadora del Oscar) y por Spielberg con El imperio del sol. La aproximación que Wheatley nos quiere mostrar parece más bien un cúmulo de sensaciones audiovisuales más que una película en sí. La presentación de la historia ya no es convencional, pero no es convencional ni en la novela. Se nos presenta al protagonista como el nuevo inquilino de un edificio de lujo o, por lo menos, en las plantas más altas. El Dr. Laing intenta pasar una vida tranquila, pero sus vecinos son unos pesados que lo único que quieren es hacer fiestas y pasarlo bien, sin tener en cuenta las consecuencias. Del mismo modo que esta historia se va complicando, lo va haciendo la forma de mostrar la trama. Llega un momento en el que te das cuenta de que al director se le ha ido de las manos. Estoy segura de que si Vincenzo Natali (director de Cubo) se hubiese hecho cargo de esta película, como iba a ser en un principio, no se obtendría un producto de tan pésima calidad.
No sé en qué instante exactamente, pero de las dos horas que dura High-Rise, creo que la primera hora es aprovechable y, a partir de ahí, todo lo que ocurre es surrealista en el sentido más freudiano de la palabra. Los personajes ya no actúan de forma coherente con sus personalidades, las imágenes que se nos muestran aparecen con el único objetivo de enseñar personas ligeras de ropa gobernadas por un nihilismo constante. Quizá lo que nos quieran trasladar es una metáfora de la sociedad, de la forma en la que se vive en los pisos bajos y en los pisos altos, luchando por la comida en algunos casos, haciendo caso omiso de lo que ocurre fuera de tu zona. Sin embargo, la anarquía que vemos en el edificio se convierte, de pronto, en el centro de la acción, dejando de lado la trama para ofrecernos solamente imágenes sueltas, sin conexión y, en resumen, sin interés.
Lo mejor: La presentación del personaje principal, la banda sonora.
Lo peor: Hay que tener mucha paciencia para aguantar la última hora.
Ostias, pedrín, ¿iba a dirigirla el director de Cube? Me mega-encanta esa película (a pesar de un par de sobreactuaciones).
De todos modos, por lo que dices, parece que el problema es un guión desordenado. Como si fuera lo peor de un cine de autor: imágenes sin sustancia. De hecho ni con tu reseña, ni con lo que leo en imdb o filmaffinity me da la sensación de historia. ¿El personaje tiene un objetivo o es un mero testigo de los excesos de sus vecinos?
Doble pena, porque hay actores bastante interesantes. James Purefoy por ejemplo, que lo recuerdo como muy grande en la serie Roma haciendo de Marco Antonio.
Para que te hagas una idea de lo avanzada que estaba la producción de High-Rise dirigida por Vincenzo Natali, haz una búsqueda en Google y encontrarás cosas como esta. Seguir estos proyectos desde el principio y ver cómo cambian de manos me encanta, a saber cómo acaba el culebrón de La fuga de Logan o Sandman, seguramente nos encontramos viendo algo parecido a lo que pasó con Guerra mundial Z.
En cuanto a High-Rise, no es tanto el orden del guion, la trama avanza de un punto a otro pero, como dices, sin historia. Muchas veces pasa esto en películas kafkianas, pero algunas están bastante bien llevadas, como El doble, por decir una actual, y otras son una mera excusa para rodar secuencias inconexas. El objetivo del personaje principal es, creo, pasar desapercibido en un edificio ultramoderno (pero con pinta ochentera) y sí es testigo de los excesos de los vecinos, pero a veces forma parte de esos excesos y a veces no, a veces parece que quiere integrarse y a veces no.
No sé, creo que no se ha llevado bien el tema. La novela de JG Ballard es bastante complicada, todo es una metáfora sobre el consumismo, la sociedad enclaustrada que no ve más allá de sus narices, el sexo porque sí, la lucha de clases… Pero hay que aceptar que ciertas historias no tienen sentido en un lenguaje cinematográfico y, por eso, adaptar una novela al cine es más un trabajo de adaptación que de reflejo de lo que lees.
También estoy de acuerdo con el poco provecho que se le saca a los actores: James Purefoy tiene un papel que le hace sobreactuar tanto que hasta parece un actor de medio pelo tipo Jeffrey Wright, Tom Hiddleston parece que está puesto ahí solo para las hiddlestoners o como se llamen. Es más, creo que el único que se salva un poco es Luke Evans, pero la dirección de actores deja mucho que desear.
La verdad es que la he visto este fin de semana y aunque no me ha parecido tan nefasta como dices, es difícil que no te golpee por lo extraña que es.
Es verdad que hay un momento en que todo se desdibuja y el surrealismo campa a sus anchas, pero cuando la acabé de ver sentí ganas de volver a ella más adelante con ojos más adaptados a sabiendas de lo que voy a encontrarme.
A mí me ha gustado cómo el edificio es un protagonista que propicia la locura y seguro que hay mucho que rascar sobre la importancia de lo que el arquitecto ha hecho y representa en esa micro sociedad.
Volveré a ella!