Tras dos películas, un spin-off de los Minions y diversos cortometrajes, parecía que Gru. Mi villano favorito ya no podía dar más de sí, pero parece que Illumination no consigue tener demasiado éxito si no es por el personaje doblado por Steve Carell.
Desde la primera entrega, las películas de Gru siempre han sido el ejemplo de cómo alguien maligno puede convertirse en un querido padre de familia, así que los valores familiares se imponen por encima de lo que sea.
En esta entrega se sacan de la manga que Gru tiene un hermano gemelo, Dru, que vive del negocio familiar de criar cerdos. Sin embargo, intentará que Gru vuelva a su vida de villano para que le enseñe los secretos de su familia.
Y lo que más fastidia es que esta trama sea la más aburrida y la que más metraje acapara en pantalla. Las otras tramas nos cuentan los problemas de Lucy para hacerse ver como una madre, el ansia de Agnes por conseguir llevarse a casa un unicornio de verdad, la falta de confianza de los minions en Gru y el plan urdido por un ex niño estrella de la televisión de los 80 que no ha sabido asumir que con la edad deja de ser interesante.
Con tantas subtramas parece difícil no encontrar alguna con la que no nos podamos identificar o que nos guste más que otras. A mí me ha encantado el supervillano ochentero y lo alocada de su puesta en escena, pero el resto de tramas casi me llevan al hartazgo por lo repetitivas que son sus propuestas, incluso la que incluye los minions. Al final nos queda una película con la que os echaréis unas risas gracias al doblaje (en versión original o doblada por Flo) pero que es tan olvidable como familiar.
Yay & nay
Lo mejor: Balthazar Bratt y el duelo de bailes.
Lo peor: Demasiadas subtramas, historia repetitiva.
Sí, a mi también me pareció aprovechar el tirón como hicieron con Shrek, cuatro escenas más o menos divertidas y el resto relleno. Para el trabajo tan laborioso que da una película de animación podían seleccionar mejor las historias.