Tim Burton es uno de esos directores que tiene su propia personalidad. Sin embargo, ha habido varios filmes donde ha explotado su visión gótica de la vida perdiéndose entre el mainstream hollywoodiense. Pero en Frankenweenie (2012) vuelve a recuperar el universo de inadaptados del que pudimos disfrutar el Bitelchús (1988), Eduardo Manostijeras (1990) y Ed Wood (1994). Frankenweenie se basa en el corto del mismo nombre y del mismo director publicado hace treinta años. Aunque en el original se contó con actores reales, en la película de 2012 se decidió realizar con la técnica de stop-motion y en 3D.
La historia trata sobre un niño adicto a la ciencia, investigador de corazón y sin amigos tal y como lo vería una sociedad «normal». Él se siente a gusto con sus inventos y con Sparky, su perro, quien hace que vea la luz del sol. Pero un día, al intentar «adaptarse» a lo «normal» por iniciativa de sus padres, acaba con la desgracia del atropello de Sparky. Como Victor no se rinde, decide intentar revivirlo gracias a la ingente capacidad eléctrica del pueblo y a la iniciativa que le inculca su profesor de ciencias, denostado por los padres por ser precisamente un talibán de la ciencia. Todo ello parece ser una especie de película autobiográfica no real, ya que todo lo que ocurre parece haber salido de la mente de un niño.
Lo mejor: la ambientación, la tensión, el argumento desarrollado del corto, las diferentes personalidades de los personajes.
Lo peor: los padres de Victor y la estructura general es la de una típica película de terror.