Edimburgo, palabrotas, acentos escoceses, basado en un libro de Irvine Welsh (como Trainspotting, 1996), Billy Elliot, el padre de Billy Elliot, Linda Keith en Jimi: All Is By My Side, Lestrade de las pelis de Sherlock Holmes de Guy Ritchie… da igual de lo que va la película, ya tiene ingredientes para disfrutar. Si James McAvoy no la cagaba, creía que Filth, el sucio podía llegar a ser una de esas pelis memorables. Pero esto ha quedado bastante lejos de la realidad. Sí, tenemos todo lo que cabría esperar: tacos, sexo, bromas escatológicas, drogas… pero la manipulación que hace Robbo, nuestro protagonista, de sus compañeros, para poder conseguir un ascenso, queda desdibujada al aderezarla de demasiadas tramas secundarias que quedan bastante superficiales.
Y es que Filth, el sucio no está dirigida por Danny Boyle, sino por Jon S. Baird. Tampoco es el Guy Ritchie de Lock & Stock (1998, uf, ¿hace tanto tiempo) y Snatch. Cerdos y diamantes (2000). No tenemos ritmo frenético y ágil durante los 97 minutos de metraje porque todo parece realizado para encajar en el género, en lugar de perseguir un fin propio. Por eso esta adaptación dela novela de Irvine Welsh no puede ser tratada del mismo modo que Trainspotting, aunque se pretenda. Y por eso, Filth se queda en una simple película divertida que nos recuerda tiempos pasados.
Lo mejor: James McAvoy.
Lo peor: intenta ser una copia de Trainspotting.