Mucho se ha hablado de Christian Bale en El vicio del poder. Su interpretación de Dick Cheney le ha valido multitud de nominaciones y, de momento, ya tiene el Globo de Oro a la mejor actuación de drama.
De las ocho películas nominadas este año, la de Adam McKay se encuentra entre mis favoritas. Consigue aunar a la perfección el horror de la política, hechos gravísimos en la historia reciente, drama personal, comedia y denuncia social.
Su comienzo es toda una declaración de intenciones, invitándonos a reflexionar sobre el porqué de nuestra desidia hacia la política. Sobre por qué preferimos evadirnos que pensar en votar. Está claro: cada vez trabajamos más horas y cobramos menos. ¿Por qué no deberíamos darles un descanso a nuestras agotadas mentes?
Haz los deberes para seguir El vicio del poder
Y aunque El vicio del poder sea un poco difícil de seguir (como con La gran apuesta) si no estás demasiado al tanto de la política estadounidense desde Nixon hasta George W. Bush, sí es un ejemplo ameno sobre cómo alguien puede alcanzar sus metas y conseguir todo lo que quiere a base de eliminar su competencia.
Si no sabes quién es Donald Rumsfeld, puede que no lo disfrutes como el director pretende. Tampoco es que haga demasiados esfuerzos por presentarte, por ejemplo, a Condolezza Rice, a Paul Wolfowitz, Karl Rove, Kissinger o a Scooter Libby. Vas a tener que ponerte al tanto del escándalo que supuso la revelación de que Valerie Plame era una agente de la CIA. Y fliparás con doctrinas de Derecho que aparecen en pantalla.
Por otro lado, si todo lo anterior te da igual, puedes disfrutar igual del auge de la figura de Dick Cheney, de cómo defendió a su hija por encima de su partido y cómo fue capaz de sobreponerse a un expediente académico infame y un alcoholismo atroz.
En definitiva: un buen rato
En serio, está contado de forma muy divertida. Incluso con alguna sorpresa formal que me ha dejado descolocada. Tal y como hizo con La gran apuesta, Adam McKay me sorprende, me divierte y me hace reflexionar además de darme ganas de investigar más sobre el tema. Y pocas veces se consigue esto en el cine actual.
Gran parte de culpa la tiene un elenco que no solo está a la altura, sino que se mimetiza con la historia. Mucho se ha hablado de la interpretación de Christian Bale, pero creo que sería muy injusto no hablar de Amy Adams, Steve Carell, Sam Rockwell, Justin Kirk y demás familia… Todos a una gran altura e incluso mucho más naturales que el propio protagonista.
Yay & Nay
Lo mejor: Las interpretaciones de todo el reparto, sobre todo de los secundarios. La primera vez que vemos los créditos. La reflexión sobre cómo hechos de hace décadas influyen en la actualidad.
Lo peor: Es difícil de seguir para el público que no conozca la política estadounidense. Los diálogos son muy rápidos para las personas que quieran seguirla en versión original con subtítulos… y no sepan inglés (como dos señoras que estaban a mi lado en el cine).