No voy a discutir que El hilo invisible sea una película exquisita. Es muy probable que lo sea. Paul Thomas Anderson se distingue por ser un director que atiende a todo lo que vemos en pantalla con detalle para ofrecernos su cuidada versión de la historia que nos quiere contar. Un vistazo a su carrera con películas como Boogie Nights, Magnolia, The Master o Pozos de ambición lo confirma. Son películas que incluso ganan en un segundo visionado porque puedes disfrutar más de los detalles al dejar de centrarte en mayor medida en la trama.
Dicho esto, El hilo invisible me ha parecido una película fallida. Entiendo su objetivo, el de mostrar la soledad del genio y su burbuja, esa que le hace centrarse únicamente en sí mismo y en su trabajo. Pero la historia «de amor» al conocer a una preciosa camarera que adopta como modelo y después como pareja no me aporta el más mínimo interés.
Lo que veo es al famoso modisto tiquismiquis que queda fascinado por la belleza efímera de una joven y, por otro lado, una chiquilla que ve la oportunidad de salir de un mundo de pobreza rodeada de personas vulgares para llegar a ese universo lejano de famosos, sonrisas falsas y fachadas. El problema es que, en el camino, se obsesiona con su descubridor de tal manera que todo le produce celos. Incluso el propio trabajo.
Pero poco a poco la película se convierte en un ir y venir de escenas repetitivas que no hacen más que alargar una trama poco evocadora y que únicamente produce cansancio. Repito, no voy a negar la factura técnica. Sin embargo, yo no soy capaz de disfrutarla como quería. E incluso sabiendo que Daniel Day-Lewis realiza una magnífica interpretación, no soy capaz de engancharme ni a la historia ni a los personajes. Lo único que me producen es rechazo.
Yay & nay
Lo mejor: Fotografía. Vestuario. Diseño de producción.
Lo peor: Larga duración. Rechazo que producen los personajes.
Puntuación
