No me considero una persona culta en lo que a pintura se refiere. Es más, no soy capaz de reconocer cuadros famosos porque nunca me han llamado la atención, porque la pintura no es un arte que vaya conmigo. Pero sé qué me gusta y El jardín de las delicias, tal y como conocemos ahora la más emblemática de todas las obras del Bosco, es uno de esos cuadros que no te puedes sacar de la cabeza. Con el único fin de proporcionarnos una oda al cuadro del autor holandés, lo que vamos a ver en El Bosco. El jardín de los sueños es la presentación del tríptico, su composición, las técnicas novedosas que empleó el pintor para realizarlo y, finalmente, un compendio de reacciones de expertos, sacando conclusiones totalmente diferentes e incluso contrapuestas simplemente por la aparición, por ejemplo, de un brazo suelto tocando un pescado: ¿Se refiere a la religión o al deseo sexual?
Quizá lo más interesante, además de ver los primeros trazos del cuadro presentes en la capa inferior que nos dan una idea de qué quería pintar al principio el Bosco, es ver cómo cada persona ve lo que quiere ver. En un cuadro con tantos detalles y contrastes, cada experto tiene su propia opinión sobre la finalidad del cuadro. Me habría gustado que en el documental se explorase un poco más sobre la técnica pictórica, innovadora en muchos aspectos, porque el tema se pasa por encima para centrarse en lo que creen los demás que está presente en El jardín de las delicias. De todos modos, es un buen documental para poder apreciar el arte de una obra tan majestuosa como esta.
Lo mejor: Comprobar cómo los denominados expertos pueden tener opiniones totalmente diferentes sobre qué significan determinados detalles de El jardín de las delicias.
Lo peor: Se habla muy poco sobre el Bosco, su historia y su técnica.