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Chappie (2015)

Chappie

La primera sensación que me vino a la mente al ver Chappie fue que estaba volviendo a ver District 9 al comenzar con la estética documental. A los dos minutos, cuando empezaron a salir los robots, pensaba que estaba volviendo a ver Elysium y empecé a ponerme nerviosa: las dos películas tenían buenos inicios, muy buenos en realidad, pero se desinflaban por no poder mantener el nivel. Hace relativamente poco, Neill Blomkamp se lamentaba por no haber podido ver los fallos de Elysium en su día y que a día de hoy volvería atrás para rehacerla.

Chappie tiene algo que las anteriores películas de Blomkamp no tienen: un robot bebé que debe aprender del mundo que le rodea. Son los momentos en los que los humanos le enseñan cosas donde Chappie brilla como protagonista, con frases intentando imitar a sus mayores o en cama con su madre Yo-landi. La pareja de Chappie y Yo-landi es, en realidad, la pareja estrella, y sus momentos son tan emotivos como adorables. El resto de los momentos con la «familia» de Chappie también están a un buen nivel, pero cuando nos encontramos con los personajes de Dev Patel, Hugh Jackman y Sigourney Weaver queremos ir hacia la puerta y echar a correr. Todas las subtramas que se alejan de lo realmente importante o carecen de sentido o no interesan lo más mínimo, así que lo más divertido es encontrar sinsentidos. Ejemplo: en la fábrica donde hacen los robots hay una llave mágica que no está vigilada. Es decir, hay cámaras, porque vemos cómo graban, pero nunca (desde el principio al final) nunca hay guardias, ni policías que velen por la seguridad de algo tan valioso. Como esto, unas cuantas.

Lo mejor: Chappie y Yo-Landi.

Lo peor: guion flojo, sobreactuación de varios personajes (incluidos Hugh Jackman y Sigourney Weaver).

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