Café Society (2016)

Woody Allen (casi) nunca falla. Te puede gustar o no, pero es innegable su trabajo impecable a nivel técnico y creativo. Pese a que no me gustan ni Jesse Eisenberg ni Kristen Stewart, podría calificar Café Society como una película preciosa pero triste. Es preciosa siempre por la música, la estética de los años 30 en Hollywood, la contraposición en fotografía y diálogo con Nueva York y su vida de gángsters en Brooklyn, la historia de amor que comienza como una bonita amistad que poco a poco se va a convertir en el centro de la película… y sabemos que todo reposa sobre unos cimientos débiles: la chica está enamorada de un hombre casado, que dice que va a dejar a su mujer, y el protagonista adora a la chica que, además, es secretaria de su tío.

Pero estaría haciendo una gran faena a quien no haya visto esta pequeña joyita si dijese que es simplemente una historia de amor con un final feliz. En realidad, Café Society va sobre cómo recomponerse después de una ruptura, sobre la frivolidad de Hollywood, sobre cómo medrar teniendo simples contactos y sobre cómo pasa el tiempo y tu vida se escurre entre las manos. Realmente me ha encantado y, días después de verla, me reafirmo en el pensamiento de que es muy autobiográfica. Jesse Eisenberg interpreta al Woody Allen paria de Hollywood, el que se hace estrella en su esquina neoyorkina, consiguiendo incluso ser un referente para esas estrellas comerciales que se quieren pasar por su nuevo local en la fiesta de Nochevieja.

Lo mejor: La presentación de una dualidad en varios ámbitos (relaciones, ciudades, formas de ver la vida, casas, luz, paisajes…), el final.

Lo peor: Kristen Stewart y sus tics, no los soporto, los hace en todas las pelis que he visto con ella, sea Equals, American Ultra o la saga Crepúsculo.