Es una pena que de una película como Bronson no se haya sacado partido. La sinopsis hacía pensar en una profundización del personaje real en el que se basa, Michael Gordon Peterson, el preso más violento de Reino Unido, que lleva en prisión desde 1974 (saliendo durante breves periodos de tiempo) sin haber cometido ningún asesinato. Durante todos estos años, lo han cambiado de prisión o centro psiquiátrico unas 120 veces y lo han mantenido en confinamiento solitario durante la mayoría del tiempo en sus condenas. En la actualidad está condenado a cadena perpetua. Un repaso rápido en Wikipedia nos muestra toda una vida interesantísima del protagonista, que en su primera salida de prisión se cambió el nombre por Charles Bronson para producir temor en sus combates de boxeo.
Pero todo esto se queda en nada. Bronson solo está hecha para el lucimiento de Tom Hardy, haciendo gala de sus diferentes registros de interpretación contando su vida a cámara, contándola en el teatro a su público, interpretando la interpretación e interpretando a Charlie Bronson como reo. Pero esto no es suficiente para que la película no se hunda, ya que el caos en la narración y la poca profundidad a la hora de presentarnos los personajes queda a ras de suelo. Tras hora y media, ni siquiera conocemos al protagonista, del que solo nos han presentado una sucesión de peleas e idas de olla a lo Terry Gillian que no vienen al caso.
Lo mejor: Tom Hardy.
Lo peor: el caos narrativo.