Puede resultar incoherente que alguien al que le interese el cine, le interesen también las películas de Roland Emmerich, conocido sobradamente por ser uno de los directores comerciales de más éxito actualmente. Pero así como es capaz de hacer películas interesantes con la excusa de mostrarnos destrucción y lo bien que sabe introducir efectos especiales como en El día de mañana (The Day After Tomorrow, 2004), también es capaz de saturarnos con insulsas películas que no dan tregua a los efectos creados por ordenador como en 2012 (2009).
Anonymous no es un compendio de efectos especiales, sino una película sobre la supuesta verdadera historia de Shakespeare y sobre quién escribió verdaderamente todas sus obras y sobre la supuesta vida casta de la reina Isabel I de Inglaterra. Las interpretaciones insulsas de las anteriores películas del director alemán dan paso aquí a las muestras de saber hacer tanto de Rhys Ifans como de Vanessa Redgrave durante dos horas que, para mí, resultaron un poco pesadas durante el último cuarto de metraje.
Lo mejor: las interpretaciones principales.
Lo peor: el guion a veces peca de enrevesado, algo que le pasa factura hacia el final.