Con cautela, así hay que acercarse a este tipo de documentales. Amy (La chica detrás del nombre) ganó el Oscar al mejor documental este año, así que era de obligado visionado, pero su historia no me atraía lo más mínimo. Por cierto, ¿tengo que volver a criticar el subtítulo que explica el título? En fin… Ya sabía que Amy Winehouse era una cantante espectacular. Su versión de I Heard It Through The Grapevine con Paul Weller es espectacular, pero no puedo decir mucho más sobre su música porque no me iba su estilo. Eso sí, no se puede negar que la chica era una fuerza de la naturaleza en cuanto a jazz se refiere. Lo que más me ha impresionado es su forma de cantar y sus letras entre los 16 y los 18 años, como si fuese profesional desde hacía años. Y lo peor de los artistas de tanto talento es que muchas veces se convierten en juguetes rotos.
Asif Kapadia, director de otro documental impresionante, Senna, introduce a la cantante a través de audios tanto de sus amigas del alma como de ella misma, navegando hacia el inevitable desastre que viene marcado por su carácter depresivo desde la más tierna infancia. Me quedo de piedra cuando me doy cuenta de que Amy Winehouse no se volvió la drogadicta que todos recordamos cuando empezó a meterse cocaína y heroína al principio de su relación con Blake Fielder, sino al tomar antidepresivos con 13 años. Si juntas esto con un marido que te inicia en la espiral de las drogas duras y un padre con una actitud más que cuestionable, tenemos un final más que previsible. Como el que fue. Es una pasada que un documental te cuente algo que ya sabes y aun así te interese hasta el final. Asif Kapadia nos describe con buen tino una historia que ocupa dos horas y no nos aburre lo más mínimo. Es una pena que victimice a la artista y que cargue con toda la culpa a la prensa, al padre y al marido de la protagonista. Un poco de objetividad en este sentido no venía mal, aunque todos esperamos culpar a alguien.
Lo mejor: Las declaraciones en audio anteriores a la filmación del documental.
Lo peor: Culpar al padre y al marido de Amy Winehouse de todos los males.
Hmmm.. pues mira creo que la veré 🙂