American Hustle (La gran estafa americana, 2013) fue una de las nominadísimas a los premios Oscar de este año que se fue con las manos vacías. Con un aire retro que puede atraer a cualquiera que se sienta fascinado por los años 70, la película relata las vicisitudes de un estafador de poca monta, acompañado de dos de sus mujeres (su esposa Jennifer Lawrence y su «querida» Amy Adams) y un agente del FBI (Bradley Cooper).
Estaría bien si la historia no se agotase en la primera mitad del metraje. David O. Russell intenta que durante casi dos horas y media nos quedemos con el know how de Christian Bale y compañía, que por supuesto son los artífices de que este producto menor fuese tomada en cuenta en tantas galas de premios. Agota, es superficial y se cree más inteligente de lo que demuestra.
Lo mejor: el papelón de Christian Bale, que cada día se parece más a James Brolin.
Lo peor: que intenta ser complicada cuando en realidad el argumento es simplón.
