Ya sé lo que dije de Ted (2012), pero la verdad es que me lo he pasado genial viendo Mil maneras de morder el polvo. Ya no por el humor escatológico del que siempre hace gala Seth MacFarlane, sino por las inmensas estupideces del guion parodiando lo mítico del Lejano Oeste. El protagonista, Albert Stark, es un ovejero interpretado por el mismo MacFarlane, que lejos del idealizado ganadero de los míticos westerns, es un pobre muerto de hambre que parece ser el único del pueblo que se da cuenta de lo horrible que es el Far West: muere gente todos los días, la comida es horrible, hay tiroteos, borrachos, los médicos que matan más que sanan, las supersticiones, etc.
El argumento da un poco igual. Al protagonista le deja la chica ideal por el «mostachero» Foy interpretado por Neil Patrick Harris con número musical incluido (cómo no), incluso diciendo eso de «challenge accepted» de How I met your mother (2005-2014), mientras que al pueblo llega Anna (Charlize Theron), esposa del forajido más temido del lugar. Mientras Foy y Albert se retan a un duelo, será Anna quien le enseñe a disparar a nuestro protagonista mientras se enamoran. Es decir, la historia de siempre. Pero en este caso hay algunos homenajes y guiños divertidos además de algo que ya no se puede decir de la mayoría de comedias de nuestros días: no aburre.
Lo mejor: la crítica al western idealizado.
Lo peor: tiene bastantes altibajos, hay subtramas insulsas.