¿Para qué se va al cine a ver películas como 300: El origen de un imperio (2014)? Simplemente, para pasar un buen rato viendo cómo se dan de lo bueno griegos y persas. Si te van las tías, te lo pasarás de lo lindo viendo a Eva Green, y si te van los tíos, te lo pasarás de lo lindo viendo a cualquier otro personaje. Poco más hay que contar porque hay momentos en los que da tanta vergüenza oír esos diálogos que incluso compensa ponerse tapones en los oídos. Todo lo que consiguió 300 (2006) llevando el cómic a la pantalla conjuntamente con la época de la batalla de las Termópilas, esta segunda parte lo la tirado directamente a la basura.
Aquí, mientras Jerjes arremete contra los 300 de Leónidas, su comandante Artemisia lleva a la flota persa a enfrentarse contra varias ciudades-estado griegas comandadas por el héroe de la batalla de Maratón, Temístocles. Pero el resultado, lejos de ser épico, se acerca más a la caricatura y a la exageración de la diferencia entre buenos y malos, entre imperialistas y demócratas, dando, cómo no, una escena de sexo duro entre los dos protagonistas.
Lo mejor: la imagen comiquera que hizo tan famosa 300.
Lo peor: el guion no hay por dónde cogerlo.