Tras un visionado de zapping de Palmeras en la nieve y su pinta de superproducción de bajo presupuesto con actores, sonido y dirección artística bastante pobre, me dispuse a ver lo que parecía un paso hacia arriba, la película que relataba uno de los episodios de la segunda temporada de El ministerio del tiempo que me generó tanto interés que busqué su historia en internet: 1898. Los últimos de Filipinas, con Luis Tosar a la cabeza.
Durante los últimos coletazos del imperio español, un grupo del ejército se atrinchera en una iglesia sufriendo un asedio durante 11 meses, el llamado «sitio de Baler», desconociendo la firma del tratado de paz entre Estados Unidos y España, que ponía fin a las disputas, e ignorando los avisos de que Filipinas ya no pertenecía a España.
Como ejemplo del típico cine español que siempre he denostado, tenemos una iglesia plagada de clichés de soldados como el sobreactuadísimo Javier Gutiérrez, interpretando a un soldado psicópata, o el buenazo del Teniente Cerezo (Luis Tosar), íntegro hasta el fin.
Además, los secundarios como Karra Elejalde se describen como una parodia de sí mismos, por no hablar del narrador, un cándido e inocente aspirante a pintor, que no se entera de lo que ocurre a su alrededor. El metraje gana enteros cuando se centran en las historias más profundas de los personajes, de la situación real de los españoles abandonados y de la política que, dicho sea de paso, no ha cambiado mucho en más de un siglo.
Yay & nay
Lo mejor: Los momentos intimistas de los personajes principales.
Lo peor: La sobreactuación de varios actores y la poca profundidad de los personajes.